Hervido para endurecer Nefelibata Recuerdo haber visto la convocatoria en el mural de la biblioteca el día antes de que está cerrara. A lo largo del día, después de recorrer por el pueblo recolectando entre la basura de los vecindarios, había decidido pasarme por la biblioteca. Pensaba que posterior al diluvio vendrían cosas mejores. Luego de tanto tiempo sin salir, el sol regresaba con la misma intensidad, hormigueando mi piel, dejando un rastro que me envolvía en un abrazo húmedo. Sin embargo, aquella vez no había conseguido ni la mitad que normalmente lograba, el agua se aglomeraba en las calles, mi triciclo arrastraba basura, estiércol y mis ilusiones, esperando no toparme con un bache con el miedo de quizás estas últimas fuera tragadas hasta el fondo de la tierra. La biblioteca, con sus tatuajes de humedad y libros fosilizados, aún parecía funcional y sostenible. Muchas veces después de salir de la escuela, cuando dejaba los fanzines en la recepción, un grupo de person...